Bartomeu Marí y Glòria Picazo fueron entrevistados por Bea Espejo hace un par de semanas por el equipo de El Cultural para debatir sobre la actual escena artística en Cataluña. El primero, como director del MACBA, la segunda como directora de La Panera.
Os dejo con el artículo:
Es vox populi que el contexto artístico catalán vive sus horas más bajas. Al hilo de la III Semana de la Cultura Catalana en Madrid, debatimos con Bartomeu Marí, director del MACBA, y Glòria Picazo, responsable del centro leridano de La Panera, los porqués.
Empieza este debate hablando, alto y claro, de lo bueno y lo malo de dos de los centros catalanes más relevantes ahora mismo en nuestro país: el MACBA de Barcelona y La Panera de Lérida. Y la crítica llega de sus directores, aunque por la banda contraria: “La Panera -dice Bartomeu Marí, responsable del MACBA- demuestra que un programa de altísimo interés y una colección emergente dependen de las ideas y la constancia, y no de lujosos edificios y presupuestos millonarios. Les falla la modestia de las condiciones en las que trabajan”. Turno de Glòria Picazo, de la Panera: “El MACBA ha alcanzado un nivel internacional inmejorable, aunque tras 15 años su incidencia en el contexto artístico local y nacional no ha supuesto una articulación real ni vertebradora del sector artístico de nuestro país”. Se abre el debate.
-¿Es verdad que el contexto artístico catalán está en crisis?
-Glòria Picazo: El caso de Barcelona es particular, ya que gracias al sector turístico las grandes instituciones están funcionando perfectamente. Sólo hay que ver las largas colas frente a la Fundación Miró y al Museo Picasso o la proporción de extranjeros que recibe el MACBA y la Tàpies. Sin embargo, el sector que está sufriendo más incongruencias y cierres es el de los espacios por debajo de estas grandes iniciativas. La deriva del Palau de la Virreina o La Capella, el cierre definitivo de la Sala Montcada, la “desaparición” pese a su actividad del Espai 13 de la Miró, o los altibajos del ahora reconvertido Arts Santa Mònica no han contribuido nada a normalizar una situación de diversidad, más allá de los grandes museos.
-Bartomeu Marí: No comparto esa opinión. Tampoco digo que estemos para tirar cohetes. A la situación artística catalana le faltan muchas cosas, pero si miramos veinte años atrás, hemos mejorado. Poco a poco se ha ido renovando el panorama y es bueno que las instituciones vayan cambiando y haya recambios generacionales.
-Picazo: Pero la situación se ha ido debilitando con la desaparición y pérdida de fuerza de estas instituciones y, quizás ése sea el problema. Nos movemos en una senda muy establecida, en centros y galerías, con lamentos permanentes pero con pocas iniciativas artísticas singulares.
-Marí: Sí, el tejido institucional es denso pero incompleto. Nos falta ambición y disciplina intelectual, exigencia y autocrítica. También formación especializada en los nuevos oficios de la cultura. Se redactan pocas tesis sobre el arte de nuestro tiempo y faltan voces intelectuales con autoridad reconocible allende nuestras fronteras. Importamos mucho conocimiento y exportamos poco. Todo ello sólo se supera con inversión, no sólo de dinero, sino sobre todo, de tiempo. Los dirigentes (públicos y privados) de este país deben situar la cultura en el centro de sus acciones.
-¿Qué papel tiene el futuro centro de arte Canòdrom?
-Picazo: Es la gran esperanza, por las relaciones que sea capaz de generar, tanto en la ciudad como con la red de centros de arte de Cataluña, con La Panera, el Bòlit de Gerona y el Acvic de la localidad de Vic, centros que están ayudando a romper cierto centralismo que tiene Barcelona. El futuro pasa por articular una red de centros de arte, que contemple el territorio catalán como un todo en buena armonía y que convierta a Cataluña en un “centro de centros”.
-El año pasado se presentó el primer pabellón catalán en la Bienal de Venecia. ¿Ha supuesto eso algún “avance” para el arte catalán?
-Marí: Sí, absolutamente. Significa que se reconoce que el arte contemporáneo juega un papel esencial en nuestra identidad política. Hay que velar para que tenga continuidad pero, sobre todo, para que la calidad de lo que en él se presente sea la más alta. Un pabellón catalán mediocre no sirve para nada.
-Picazo: También habría que valorar el esfuerzo realizado en relación a la incidencia real en la trayectoria de los artistas presentados, no sólo catalanes, sino también andaluces y valencianos. Si se hiciera quizás cambiarían las políticas culturales de altos vuelos por políticas de base y que, a largo plazo, hicieran posible que artistas españoles estuvieran en las grandes exposiciones internacionales, cosa que, por ahora, sólo sucede en contadas ocasiones.
-El interés de eventos como las bienales es cada vez más cuestionado. Barcelona tuvo su intento con la Trienal, en 2001, proyecto piloto que no se repitió, aunque hay otros, como la Bienal Leandre Cristòfol que pervive tras trece años. ¿Qué opinan del efecto de las bienales? ¿Son útiles? ¿Para qué?
-Picazo: El asunto de las bienales es siempre controvertido. En el caso de Lérida, nos propusimos organizar una bienal con una finalidad muy clara, iniciar una colección de arte contemporáneo con el Estado español como pretexto. Las razones son obvias: no existen en Cataluña colecciones públicas importantes de arte contemporáneo, más allá de la colección del MACBA, generada con el apoyo de empresas privadas de su fundación. En mayo tendrá lugar la séptima edición de esta bienal, que traza un panorama plural de lo que ha sido el arte en nuestro país desde finales de los ochenta hasta hoy, con más de un centenar de obras de 43 artistas y una colección de publicaciones especiales.
-Marí: Las bienales son lo contrario de las instituciones que nosotros dirigimos. Son fogonazos de un momento, contra la continuidad y la constancia de nuestros proyectos. Sitúan a los lugares en los que se celebran en el mapa y tienen un papel de marketing evidente. Aunque si no se hacen bien, son como un chaparrón en medio de una larguísima sequía...
-¿Qué responsabilidad tienen en esa proyección de los artistas locales?
-Marí: La tensión entre lo local y lo internacional es la sal de este trabajo. Pero la proyección de un artista es responsabilidad suya. El museo viene después, es algo artificial.
-Háblenos de la otra crisis. ¿Qué factura les ha dejado?
-Picazo: La Panera lleva tres años con el mismo presupuesto, 360.000 euros para actividades, lo que ha obligado a reducir un 25% nuestra actividad expositiva. Esa restricción, aún así, nos ha permitido trabajar más en la labor educativa y en la acción sobre nuevos públicos.
-Marí: El MACBA ha reducido su presupuesto en un millón de euros y temo que los recortes sólo han empezado y que pueden aumentar. Estos son años para bajar un poco el ritmo y preparar mejor los proyectos del futuro.
-¿Es verdad que el contexto artístico catalán está en crisis?
-Glòria Picazo: El caso de Barcelona es particular, ya que gracias al sector turístico las grandes instituciones están funcionando perfectamente. Sólo hay que ver las largas colas frente a la Fundación Miró y al Museo Picasso o la proporción de extranjeros que recibe el MACBA y la Tàpies. Sin embargo, el sector que está sufriendo más incongruencias y cierres es el de los espacios por debajo de estas grandes iniciativas. La deriva del Palau de la Virreina o La Capella, el cierre definitivo de la Sala Montcada, la “desaparición” pese a su actividad del Espai 13 de la Miró, o los altibajos del ahora reconvertido Arts Santa Mònica no han contribuido nada a normalizar una situación de diversidad, más allá de los grandes museos.
-Bartomeu Marí: No comparto esa opinión. Tampoco digo que estemos para tirar cohetes. A la situación artística catalana le faltan muchas cosas, pero si miramos veinte años atrás, hemos mejorado. Poco a poco se ha ido renovando el panorama y es bueno que las instituciones vayan cambiando y haya recambios generacionales.
-Picazo: Pero la situación se ha ido debilitando con la desaparición y pérdida de fuerza de estas instituciones y, quizás ése sea el problema. Nos movemos en una senda muy establecida, en centros y galerías, con lamentos permanentes pero con pocas iniciativas artísticas singulares.
-Marí: Sí, el tejido institucional es denso pero incompleto. Nos falta ambición y disciplina intelectual, exigencia y autocrítica. También formación especializada en los nuevos oficios de la cultura. Se redactan pocas tesis sobre el arte de nuestro tiempo y faltan voces intelectuales con autoridad reconocible allende nuestras fronteras. Importamos mucho conocimiento y exportamos poco. Todo ello sólo se supera con inversión, no sólo de dinero, sino sobre todo, de tiempo. Los dirigentes (públicos y privados) de este país deben situar la cultura en el centro de sus acciones.
-¿Qué papel tiene el futuro centro de arte Canòdrom?
-Picazo: Es la gran esperanza, por las relaciones que sea capaz de generar, tanto en la ciudad como con la red de centros de arte de Cataluña, con La Panera, el Bòlit de Gerona y el Acvic de la localidad de Vic, centros que están ayudando a romper cierto centralismo que tiene Barcelona. El futuro pasa por articular una red de centros de arte, que contemple el territorio catalán como un todo en buena armonía y que convierta a Cataluña en un “centro de centros”.
-El año pasado se presentó el primer pabellón catalán en la Bienal de Venecia. ¿Ha supuesto eso algún “avance” para el arte catalán?
-Marí: Sí, absolutamente. Significa que se reconoce que el arte contemporáneo juega un papel esencial en nuestra identidad política. Hay que velar para que tenga continuidad pero, sobre todo, para que la calidad de lo que en él se presente sea la más alta. Un pabellón catalán mediocre no sirve para nada.
-Picazo: También habría que valorar el esfuerzo realizado en relación a la incidencia real en la trayectoria de los artistas presentados, no sólo catalanes, sino también andaluces y valencianos. Si se hiciera quizás cambiarían las políticas culturales de altos vuelos por políticas de base y que, a largo plazo, hicieran posible que artistas españoles estuvieran en las grandes exposiciones internacionales, cosa que, por ahora, sólo sucede en contadas ocasiones.
-El interés de eventos como las bienales es cada vez más cuestionado. Barcelona tuvo su intento con la Trienal, en 2001, proyecto piloto que no se repitió, aunque hay otros, como la Bienal Leandre Cristòfol que pervive tras trece años. ¿Qué opinan del efecto de las bienales? ¿Son útiles? ¿Para qué?
-Picazo: El asunto de las bienales es siempre controvertido. En el caso de Lérida, nos propusimos organizar una bienal con una finalidad muy clara, iniciar una colección de arte contemporáneo con el Estado español como pretexto. Las razones son obvias: no existen en Cataluña colecciones públicas importantes de arte contemporáneo, más allá de la colección del MACBA, generada con el apoyo de empresas privadas de su fundación. En mayo tendrá lugar la séptima edición de esta bienal, que traza un panorama plural de lo que ha sido el arte en nuestro país desde finales de los ochenta hasta hoy, con más de un centenar de obras de 43 artistas y una colección de publicaciones especiales.
-Marí: Las bienales son lo contrario de las instituciones que nosotros dirigimos. Son fogonazos de un momento, contra la continuidad y la constancia de nuestros proyectos. Sitúan a los lugares en los que se celebran en el mapa y tienen un papel de marketing evidente. Aunque si no se hacen bien, son como un chaparrón en medio de una larguísima sequía...
-¿Qué responsabilidad tienen en esa proyección de los artistas locales?
-Marí: La tensión entre lo local y lo internacional es la sal de este trabajo. Pero la proyección de un artista es responsabilidad suya. El museo viene después, es algo artificial.
-Háblenos de la otra crisis. ¿Qué factura les ha dejado?
-Picazo: La Panera lleva tres años con el mismo presupuesto, 360.000 euros para actividades, lo que ha obligado a reducir un 25% nuestra actividad expositiva. Esa restricción, aún así, nos ha permitido trabajar más en la labor educativa y en la acción sobre nuevos públicos.
-Marí: El MACBA ha reducido su presupuesto en un millón de euros y temo que los recortes sólo han empezado y que pueden aumentar. Estos son años para bajar un poco el ritmo y preparar mejor los proyectos del futuro.
2 comentarios :
Es curioso que se quejen los mismos que manejan los grandes centros culturales con subvenciones enormes de la situación de la Cultura en nuestro pais. No deja de ser curioso....
@ El Quatre. Sí, mucho... a ver si cambian las cosas!!!
Publicar un comentario