Aesthetics no es simplemente una recopilación de retratos de mascotas, ni nada más que una documentación sobre la realidad de las exposiciones caninas. Aesthetics es un trabajo psicológico completo y reflexivo que utiliza como excusa el mundo animal y en concreto una de sus manifestaciones más controvertidas, para conectarnos con actitudes, conductas o experiencias que nos ligan al mundo que vive fuera de nosotros y que en el fondo no es tan distinto al nuestro propio. Con el retrato de cada uno de estos personajes, que en realidad son imágenes de vivencias e intenciones, se repiten los esquemas de aquello en lo que se deposita la mirada.
Es difícil enfrentarse a estas imágenes sin identificarnos con el animal retratado y encontrarnos parecidos y similitudes como si de un ser humano se tratara. La verdad del universo es que nuestro mundo está vinculado inseparablemente al ser humano y moldeado por sus acciones. Y partiendo de esta idea del retrato psicológico, Santos Román (Oviedo, 1983), ha conseguido reflejar un mapa de expresiones faciales, miradas profundas y gestos complejos que nos permite vislumbrar la “personalidad” del sujeto adentrándose en una comprensión del mundo animal profunda y apartándose de la fría mirada de la mascota como objeto decorativo de salón.
Navegando a través de esta farragosa zona de conflicto entre “lo natural” y el “artificio” podemos vislumbrar lo complicado de penetrar en una idea de la estética que no se sitúa ni dentro del elaborado mundo de la industria de la belleza ni en el concepto de salvaje o indómito como sublime, sino en el mapa de las emociones que desvelan la asombrosa profundidad del ser.
Es difícil enfrentarse a estas imágenes sin identificarnos con el animal retratado y encontrarnos parecidos y similitudes como si de un ser humano se tratara. La verdad del universo es que nuestro mundo está vinculado inseparablemente al ser humano y moldeado por sus acciones. Y partiendo de esta idea del retrato psicológico, Santos Román (Oviedo, 1983), ha conseguido reflejar un mapa de expresiones faciales, miradas profundas y gestos complejos que nos permite vislumbrar la “personalidad” del sujeto adentrándose en una comprensión del mundo animal profunda y apartándose de la fría mirada de la mascota como objeto decorativo de salón.
Navegando a través de esta farragosa zona de conflicto entre “lo natural” y el “artificio” podemos vislumbrar lo complicado de penetrar en una idea de la estética que no se sitúa ni dentro del elaborado mundo de la industria de la belleza ni en el concepto de salvaje o indómito como sublime, sino en el mapa de las emociones que desvelan la asombrosa profundidad del ser.
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Textos: Teresa Collazo Lugo
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