En las postrimerías de este 2013, los medios de comunicación no paran de publicar artículos sobre las mejores y peores citas culturales de este año que finaliza. Sin ir más lejos, el pasado sábado en el ABC Cultural participé haciendo mi balance expositivo de las exposiciones que he visitado durante 2013. Sin embargo, más allá de evaluar una exposición “en global”, también es interesante hacer un balance de las obras en particular, obras que he visto y que por alguna u otra razón me han impactado o transmitido en este año que hoy termina.
Aunque no respondo al papel de “crítica de arte”, me veo reflejada en la alusión a éstos en la entrevista a Guillermo Solana para Jot Down “El público quiere ver lo que ha visto siempre, es adicto al déjà vu, pero los críticos quieren ver lo que nunca se ha visto”. Y es que 365 días dan para ver muchas cosas, tanto físicamente como virtualmente, pero el ojo y el gusto cada vez se hacen más selectivos, en muchas ferias las obras se repiten y al final las sorpresas escasean. A pesar de ello, he seleccionado las cinco obras con las que me quedaría de este 2013.
Jacinto de Manuel, Éxtasis
Jacinto de Manuel es uno de esos “grandes” desconocidos en este país, un artista con poca producción pero con obra de grandísima calidad técnica. “Éxtasis” fue la primera obra que vi de él, pero fue suficiente para cautivarme una fría noche de febrero en Madrid. En el mismo fin de semana de ARCO, en Función Lenguaje tuvo lugar la primera exposición física de la galería virtual Gunter Gallery.
Y allí, en mitad de la sala, rodeado de BoaMistura, Btoy, Littleisdrawing y demás promesas de la ilustración española, se encontraba “Éxtasis”. Un grafito sobre papel que consiguió atraparme, y es que mirase donde mirase, mi vista acababa inconscientemente puesta en este grafito.
Me fascina la levedad que transmite, un estado casi místico que traspasa el papel, y que consigue elevarme anímicamente. En “Éxtasis” el alma está en suspensión, es nuestro yo interno frente a todo el mundo exterior que, por unos momentos, no tiene cabida. Es una reconciliación con nosotros mismos y con nuestros valores mientras transmite serenidad. “Éxtasis” es para mí la obra más bella y saludable de todas las que he visto este 2013.
Pilvi Takala, Real Snow White
Confieso que la performance no es mi género favorito. A pesar de ello, reconozco que algunas ideas serían inexplicables en otro formato. Es el caso de “Real Snow White”, una performance grabada en vídeo que paradójicamente he podido ver en dos ocasiones en este 2013, la primera vez en el Palais de Tokyo (París) y la segunda en la exposición monográfica que se le dedica a esta artista finlandesa en Fabra i Coats (Barcelona).
Antes de ver su vídeo, desconocía quién era Pilvi Takala, su trayectoria y de qué iba su “Real Snow White”, pero al final acabé viendo la performance varias veces. Cada vez que la veía de nuevo, me reía y me gustaba más, y la verdad, se agradecen las obras que provocan sonrisas, el arte también puede ser divertido.
Esta acción de infiltrarse en la entrada de Disneylandia vestida de Blancanieves, firmar autógrafos, posar en las fotografías y finalmente ser invitada a abandonar el acceso por un guardia de seguridad porque puede “confundirse con la real” me parece espectacular. Esa capacidad que tiene Pilvi de meterse en el papel y de alterar el espacio urbano me hizo reflexionar sobre todo aquello que consideramos “real”, así como en la difuminada frontera que en ocasiones puede presentar lo real y lo ficticio. Pilvi, desde su acción pseudo-ingenua nos hace plantearnos nuestra receptividad ante el cambio de lo que conocemos o esperamos y nuestra aceptación de las normas fijadas en el espacio público.
Pilvi para los niños era “real”, y cuando sus padres les dicen “vamos, ella no es la real”, están otorgando realidad a otra chica que al igual que ella va únicamente disfrazada. Sí, los cuentos son muy bonitos, pero dentro de la misma esfera de ficción diferenciar entre quién es quién me parece el súmmum.
¿Por qué ella no puede ir disfrazada de Blancanieves y las niñas sí? ¿Hasta qué edad es legal disfrazarse de Blancanieves? Al fin y al cabo, dentro del parque hay una trabajadora contratada para asumir en horario laboral el papel predefinido de un personaje de ficción, con lo que supuestamente Blancanieves haría si fuera real. Pero cuando acabe su jornada, esa chica se cambiará de vestuario, irá a los bares, podrá fumar y ser “alguien más que Blancanieves”.
Sea como fuere, creo que cuando la actual Blancanieves se jubile, o simplemente para cubrir sus fines de semana o vacaciones, Pilvi podría ser una buena sustituta, ¿o acaso Blancanieves no tiene vacaciones?
Tim Parchikov, Untitled, Naples
Este año antes de ir a ARCO me fijé en Paddle8 en una obra de Tim Parchikov. Seguramente no es ni su gran obra ni la más valorada, pero me quedé intrigada con ella y quería verla.
Una vez en ARCO, busqué la galería Juana de Aizpuru, para poder disfrutar de la obra en vivo, pero no la encontré. Pero la vida es curiosa, y sin quererlo, acaba haciendo magia. Hace un par de días en el DA2, en mitad de una sala me la encontré. Sorpresa, casualidad, sonrisa, magia. Por fin podía contemplar la obra, y sin duda en un ambiente mucho más confortable que el que hubiera ofrecido ARCO.
En “Untitled, Naples” aparece un personaje fumando en un rincón urbano, sin quitarse su disfraz de rey. Con su corona y su capa blanca podría ser de verdad. Sin embargo lleva el rostro pintado, la corona es de plástico, la capa no es real, fuma y lleva vaqueros. Es una estatuta viviente fuera de horario, en mitad de una ciudad, acompañada de una bolsa de rafia que parece su única pertenencia. No hay maletas, ni pajes, ni rastro de una vida mejor. Esa es su vida y representar un personaje, su papel en ella.
¿Son estos los reyes de hoy? Quizás sí, un verdadero rey hoy día es aquel que lucha cada día por su propia supervivencia. Y en este personaje podemos vernos reflejados y compartir con él su actitud pensativa. Podemos pensar en que la realidad mundial nunca había sido más surrealista, y seguramente nuestro pensamiento sea más real que su propia corona. O quizás él, con su corona de plástico, su capa blanca y su bolsa de rafia sea más real que todos nosotros.
En cualquier caso, Parchikov en esta fotografía no deja atrás toda su trayectoria como director de cine, captura una situación como si fuera un instante cinematográfico, mientras juega con un claroscuro entre el personaje y el entorno urbano, situado como anecdótico fondo. La fotografía transmite incertidumbre y suspense, ¿qué hay en la oscuridad? Pero sobre todo, ¿qué hay en la mente del rey?
Henrique Oliveira, Baitogogo
Mi primer acercamiento a la obra de Henrique Oliveira se remonta a 2010, cuando descubrí sus “Tapumes” y ya me pareció interesante el trabajo de este artista brasileño. Pero llegando casi al final de mi visita al Palais de Tokyo este verano, de repente me encontré con “Baitogogo” y me quedé sin aliento. No me podía creer que tuviera delante de mis ojos un Henrique Oliveira. Un gran sala transformada en una maraña de ramas arbóreas en mitad de un centro de arte.
Las vigas se rompían, y lo natural se adueñaba del espacio. Después de recuperarme del impacto, me adentré en la obra, mirando cada detalle, una y otra vez, disfrutando de cada fragmento de madera, de su curvatura, de la manera en la que se entrelazaba con la rama de al lado, de su ascensión, de su cruce, fue una auténtica gozada visual. Poco a poco salí de ese sueño donde parecía estar inmersa y volví a la realidad, la obra de Henrique era real, la tenía delante de mi, y os aseguro que Tarzán estaría muy cómodo, porque entran unas ganas inmensas de subir a esas ramas.
La sonrisa de felicidad con la que salí de esa sala me duró días, y mientras me iba preguntando cómo había podido hacerlo, hasta qué punto eran vigas y hasta qué punto eran ramas, cómo lo habían montado, etc. Al cabo de unas semanas en un vídeo descubrí el enorme trabajo que había tenido su taller para ensamblar todos los fragmentos de madera reciclados en un armazón.
“Baitogogo” es una de esas instalaciones difíciles de olvidar gracias a la magistral fusión del espacio arquitectónico con la escultura y por la sensación que produce en el espectador estar en ese bosque dentro de un centro de arte.
Álvaro Tapia, Edgar Allan Poe
Álvaro Tapia ha sido mi última sorpresa de este 2013. Desde Chile, Álvaro Tapia remezcla en sus obras la cultura popular, el cine y la TV.
Si Matisse fue capaz de pintar el “Retrato de la raya verde” hace más de un siglo, Álvaro se atreve a pintar una raya rosa en mitad del rostro azul de Poe, y a conseguir un resultado perturbador. Yo no pondría un grito en el cielo, el resultado me gusta. Y es que esta hierática pose de Poe, extraída seguramente de un daguerrotipo de época es infundada de vida y color gracias a Álvaro. Pero no hablamos de trabajar el color como lo hacían los artistas del pop art, sino que se trata de usar el color para ganar expresividad y para hacer emerger estados de ánimo. En este caso, un dolor irreparable provocado por la muerte de su prima y posterior mujer, un trágico amor que le inspiró a crear sus mejores textos.
Un retrato intenso y visceral acorde a la intensidad narrativa de los cuentos de Poe que Álvaro consigue fusionando la parte manual que supone el trabajo en acuarela y la parte digital de distorsión y superposición de capas. El resultado de sombras y juegos de color es brillante, desconcierta a la vez que atrapa.
Y hasta aquí mis cinco piezas, sorprendentemente ha habido un poco de todo, desde dibujo hasta vídeo, pasando por fotografía, ilustración y escultura. Para 2014, hago la petición que expone Guillermo Solana en su entrevista, quiero ver lo que nunca se ha visto, quiero que el arte en 2014 se renueve.
Y tú, ¿qué obras rescatarías de este 2013? Comparte tus obras haciendo un comentario en el blog, con tu usuario de Facebook o en Twitter con el hashtag #misobras2013