En sus esculturas, el protagonista es la persona. Corpulentos personajes que aluden a la estética (a la par que crítica) bondad del sueño americano en la salud. Para ello Hanson no muestra millonarios o vagabundos, sino que se centra en el estándar de la clase media, de la clase anónima y trabajadora del país, en la clase donde recae todo el peso del país. Peso que provoca frustración, cansancio, apatía, dolor y desilusión por pertenecer al grupo ‘perdedor’, al grupo que no ha podido cumplir el sueño americano, el sueño dorado de la abundancia y el bienestar, el sueño del éxito social o económico. Pero acaba mostrando estereotipos de la sociedad americana de los años
Sus obras provocan extrañeza debido al grado de hiperrealismo que poseen, además la gran mayoría están realizadas a tamaño real sobre modelos al natural, utilizando el vaciado en escayola, para posteriormente ser moldeadas en fibra de vidrio, polivinilo, bronce o resina epoxi y pintadas a mano.
Una pregunta que se suele hacer a las obras de Hanson, ¿qué diferencia hay entre estas esculturas y las figuras de un museo de cera? La respuesta, advierte la comisaria, María Espinosa, es fácil: a Hanson le interesa por encima de todo la psicología humana. Por eso retrató tan fielmente la idiosincrasia americana. Al igual que hizo Sam Mendes en su genial «American Beauty», un retrato no exento de ácida ironía.
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