Se le podría calificar del 'rey del arte pop alemán', pero también precursor de la nanotecnología, la cibernética y la revolución digital, sí, estamos hablando de Thomas Bayrle (Berlín, 1937).
Y en Barcelona tenemos ahora la fortuna de poder contemplar 300 obras -wallpapers, animaciones y collages- suyas reunidas en el MACBA hasta el 19 de abril. La comisaria de esta primera retrospectiva que se le dedica, Chus Martínez, se ha encargado de demostrar que Thomas Bayrle es algo más que la voz del arte pop en Alemania y él se lo ha agradecido afirmando que "aquí me siento representado en mi totalidad".
El recorrido de la muestra Thomas Bayrle. Me temo que ya no estamos en Kansas comienza con una inmensa y frágil estructura de cartón y madera, de más de cuatro metros de altura, que tiene que ver con el virus asociado al síndrome respiratorio agudo y grave, SARS, pero también con sus múltiples maquetas de autopistas. Posteriormente el visitante sube por una de las rampas del museo empapelada por uno de sus 'wallpapers' con referencias a China, para después poder contemplar las primeras obras de Thomas, datadas en los años sesenta.
En esta retrospectiva también se dan cita sus obras cinematográficas en 16 milímetros, sus animaciones digitales y sus collages fotográficos. Aunque una de las salas más destacadas es la última, que acoge obras de la década de los sesenta y setenta, concretamente llaman la atención sus 'máquinas de pintura', unas cajas mecánicas o juguetes pintados al óleo, dotados de mecanismos de cuerdas que permiten mover a los diferentes personajes que se alzan en su interior sobre escenarios que recuerdan a las antiguas ferias. Por último, una de las torres del MACBA se ha habilitado para formar parte de la exposición y su suelo aparece forrado con el papel M-Formation (1971-2008), donde aparecen un enorme par de piernas femeninas abiertas. Las paredes están tapizadas con el papel 'Jacke wie Hose' de 1970, una secuencia interminable y vertical del mismo hombre y la misma mujer desnudándose una y otra vez.
Thomas trabajó dos años en una fábrica textil, ese período ha sido decisivo para su labor creativa, llegando a afirmar que desde entonces está marcado "por el ritmo de las máquinas y el sentimiento de aburrimiento". Después de su paso por la fábrica ha sido diseñador gráfico para grandes corporaciones como los chocolates Ferrero y profesor universitario, siendo allí el "padre" de una nueva generación de artistas alemanes que asistieron a sus clases.
A menudo su obra es entendida como una crítica feroz de la sociedad que vio emerger Thomas en su juventud mediante el llamado milagro alemán; el sueño del consumo y la masificación. Pero su sentido del humor abre la puerta a múltiples lecturas, incluida la fascinación por el progreso.
A menudo su obra es entendida como una crítica feroz de la sociedad que vio emerger Thomas en su juventud mediante el llamado milagro alemán; el sueño del consumo y la masificación. Pero su sentido del humor abre la puerta a múltiples lecturas, incluida la fascinación por el progreso.
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