21 abr 2013

Jesús Madriñán

"Sed fugit interea fugit irreparabile tempus, 
singula dum capti circumvectamur amore" 
 Virgilio 

La finca

Lo peor de los finales no suelen ser ellos mismos, sino su anticipación. La conciencia de que el tiempo se desliza imperturbable como agua entre los dedos. Entonces surge la instantánea, el discreto click que por un extraño sortilegio materializa recuerdos para que podamos acariciarlos cuando se hayan desvanecido de la memoria de quienes los compartieron con nosotros. Entonces aparecen las ventanas a través de las que acceder a momentos que nos pertenecieron y a los que pertenecimos, tal vez mejores; quizás simplemente endulzados por las mentiras de nuestra memoria.






La finca es el canto del cisne de una etapa, un homenaje y un exorcismo. Un paraje mítico y entrañable, inquietante y nostálgico, al que regresar para reencontrarse con las versiones pasadas de uno mismo y de sus seres queridos. Imágenes contradictoriamente inmóviles para inmortalizar lo pasajero, cuya belleza reside en la intuición de los instantes felices que las inspiraron. Una despedida emocionada y agradecida en donde, a pesar de todo, la esperanza late dentro de frágiles cascarones moteados.






Texto: Monserrat Pis Marcos
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Sección: 26 Domingos de Fotografía SCAN

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