El mexicano-canadiense Rafael Lozano-Hemmer presenta hasta el día 23 de noviembre una peculiar instalación que permite al viandante de la plaza Trafalgar londinense encontrarse con otra persona viviendo dentro de su sombra. Individuos anónimos que se aparecen en la sombra del transeúnte, que les mira a la cara, que baila con ellos o que se desnuda.
Según explicó el artista, la instalación es una experiencia de 'fantasmagoria' con la que invita a pensar en la relación entre las personas y en 'cómo los ciudadanos pueden tomar la calle de forma directa'.
Esta obra interactiva compuesta de dos enormes y potentes proyectores de luz de 110 mil lúmenes cada uno utiliza una tecnología de vigilancia computarizada que permite detectar al paseante y adaptar la proyección al tamaño de su sombra. El área de la instalación cubre un total de 2 mil metros cuadrados en la zona norte de la plaza, justo delante de la National Gallery.
Si el caminante se para, la figura se le quedará mirando tanto tiempo como permanezca en ese lugar, pero si se va, ésta 'se cansa, se vuelve a dormir y desaparece'. Lozano-Hemmer indicó que se establece una relación “un poco extraña” entre la imagen de la sombra y su dueño, no obstante, expresó su deseo de que esta obra sirva para “retomar el placer de caminar sin sentido, sin ir de compras o al trabajo, sino para pasar el tiempo en una plaza compartiendo una experiencia bastante excéntrica con otras personas”. A ello se le suma un deseo de crítica a las cámaras de vigilancia, tan frecuentes en Europa, él opina 'es absurdo pensar que la tecnología nos va a librar del terrorismo. Lo que podría hacerlo es un trabajo mucho más amplio de política, diplomacia, cultura, intercambio y socialización'. Lozano usa las cámaras con un simbolismo contrario, para 'pervertir el deseo de control', para usos poéticos que hagan pensar 'quiénes somos y por qué estamos en un espacio público'.
Lozano-Hemmer se define como “creador de arte escénico y perfomances” en las que el actor es la gente, reflexiona en sus obras, en las que hay “un poco de denuncia”, sobre los conceptos de “soledad, otredad, inseguridad y fantasía”.
Como dato, señalar que para crear Bajo reconocimiento, se inspiró en La invención de Morel, una obra de 1941 del argentino Adolfo Bioy Casares.
1 comentario :
Que original propuesta¡
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