VanItas,
vanitatum et omnia vanitas
Eclesiastés 1:2.
[…]Todo
lo que es hermoso tiene su instante, y pasa.
Importa como eterno
gozar de nuestro instante.
Yo no te envidio, Dios; déjame a solas
Yo no te envidio, Dios; déjame a solas
Con mis obras humanas que no duran:
El afán de llenar lo
que es efímero
De eternidad, vale tu omnipotencia. […]
De eternidad, vale tu omnipotencia. […]
Las
ruinas, Luis Cernuda.
Hasta el 27 de enero se puede disfrutar en la sala 8 del Da2 (Salamanca) de la muestra Omnia Vanitas, con obras de Viveka Goyanes y comisariada por Patricia Martín Lorenzo.
La trayectoria artística
de Viveka Goyanes se caracteriza por su peculiar mirada al pasado,
aunque a priori su trabajo pueda estar más orientado al mundo de la
indumentaria -Viveka tiene su propia firma de moda “Amoelbarroco”-,
lo cierto es que su planteamiento se mueve en un ámbito más
complejo al considerar la construcción de la imagen corporal, un
modo de expresión artística. De ahí que su campo de acción
traspase las líneas de la moda para extenderse al de la fotografía,
la escenografía y el vídeo.
La comisaria de la
muestra, Patricia Martín Lorenzo ha escogido una trentena de obras
donde las ideas de vanitas, tempus fugit y memento mori
son una constante, remarcada
además porque en las obras siempre vemos a la propia Viveka, su
imagen temporal y decadente que se recupera del pasado a través de
la fotografía o el vídeo.
De las tres ideas, quizás
la más presente en la muestra sea la vanidad, como principio motor
de la moda y a la vez como concepto recuperado de la tradición
histórica -vanitas vanitatum et omnia vanitas- que nos
recuerda la fugacidad de los bienes mundanos y de la belleza misma.
Los diseños que viste
recogen ecos historicistas que van desde el Barroco hasta los años
veinte del siglo pasado, pasando por el decadentismo y el
orientalismo. Ecos que se solapan, reinterpretados, a tendencias
urbanas más recientes como los teddy boys de los años cincuenta, el
punk de los setenta y el gótico de los ochenta. Remiten además, a
toda una mitología propia en la que se aglutinan elementos tan
dispares como el cómic, el mundo circense o la piratería y en la
que el común denominador siempre es la extrañeza, el exotismo de lo
inusual, por un lado, y por otro lo siniestro como algo inherente a
lo cotidiano, que se cuela en forma de guiños kitsch o macabros,
siempre con una estética moderada y muy cuidada.
En cuanto a construcción de la imagen y uso del cuerpo como proyección de un personaje remite a personalidades que van desde Oscar Wilde o la marquesa Casati hasta el controvertido Leigh Bowery. Es precisamente en sus representaciones visuales donde reconocemos la huella de fotógrafos como Sara Moon, Deborah Turbeville y Erwin Olaf, o pintores como Ray Caesar.
Tanto en las imágenes
más neutrales como en las que se juega con un escenario más
teatralizado siempre se implantan elementos que inducen a la
sorpresa, a lo inesperado o lo extraño.
La muestra se cierra con
la instalación “La esencia del tiempo” concebida a modo de
capilla introspectiva consagrada a la fugacidad de la belleza y a la
vanidad. Un espacio opresivo presidido por una proyección que nos
recuerda a las danzas de la muerte de época medieval, acompañada
por el latido de medio centenar de relojes que, camuflados en las
paredes nos recuerdan la finitud de la belleza y de la propia vida.
Este espeacio se corona con una vorágine de indumentarias retorcidas
evocando las rupturas de cielo manieristas y barrocas.
Podéis seguir la actualidad de la exposición a través de Facebook.
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