Los museos entran cada vez más en los diálogos y miradas entre artistas antiguos y contemporáneos
Los museos entran cada vez más en los diálogos y miradas entre artistas antiguos y contemporáneos. Velázquez y Goya suben la rampa del Guggenheim de Nueva York, Picasso dialoga en el Prado sobre la tradición y la modernidad, Bill Viola coloca sus vídeos con cuadros de la National Gallery, Robert Rauschenberg cuelga sus collages en el Thyssen Bornemisza, Humberto Rivas lleva sus retratos y paisajes al MNAC de Barcelona, el Reina Sofía convive con Goya y Manet...
Los museos entran cada vez más en los diálogos y miradas entre artistas antiguos y contemporáneos. Velázquez y Goya suben la rampa del Guggenheim de Nueva York, Picasso dialoga en el Prado sobre la tradición y la modernidad, Bill Viola coloca sus vídeos con cuadros de la National Gallery, Robert Rauschenberg cuelga sus collages en el Thyssen Bornemisza, Humberto Rivas lleva sus retratos y paisajes al MNAC de Barcelona, el Reina Sofía convive con Goya y Manet...
Velázquez y Goya suben la rampa del Guggenheim de Nueva York, Picasso dialoga en el Prado sobre la tradición y la modernidad, Bill Viola coloca sus vídeos con cuadros de la National Gallery, Robert Rauschenberg cuelga sus collages en el Thyssen Bornemisza, Humberto Rivas lleva sus retratos y paisajes al MNAC de Barcelona, el Reina Sofía convive con Goya y Manet, y Pierre Gonnord coloca sus fotos de rostros en las salas de Murillo y Zurbarán del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Son diálogos, contextos, miradas, contactos, choques, fusión, encuentros, desencuentros entre artistas antiguos, clásicos y contemporáneos. Es la transversalidad llevada al arte.
La influencia de los grandes maestros del pasado en el arte de vanguardia es la propuesta del ciclo anual de conferencias que organiza la Fundación Amigos del Museo del Prado. "Es interesante que museos de todo el mundo sienten ahora que es necesario establecer de algún modo relaciones con artistas contemporáneos", declara Norman Rosenthal, director de exposiciones de la Royal Academy de Londres y miembro del patronato del Thyssen, que ha intervenido en este ciclo para hablar sobre el Goya contemporáneo. Como ejemplos, señala que en la actualidad Anselm Kiefer prepara una antológica en el Grand Palais y una instalación para el Louvre, y otros centros, como la National Gallery y el British Museum, hablan con artistas contemporáneos para posibles intervenciones. "Esto puede ser visto por algunos como una falta de confianza en el arte del pasado, y por ello deben encontrarse cada vez más sofisticadas estrategias para conseguir que el arte del pasado sea también relevante".
Rosenthal añade que hay artistas del presente que tienen "una profunda y, a veces, compleja relación con el arte del pasado", como Picasso con Delacroix y Manet, Francis Bacon con Velázquez y los hermanos Jake y Dinos Chapman con Goya. "Dudaría mucho si es, en realidad, una buena idea mostrar juntas estas obras en muchos casos. Una cosa es poner Tiziano junto a Rubens, pero en el siglo XX no se tiene suficiente distancia. Por mucho que me gusten las traducciones de Pontormo por Bill Viola, no siento que verdaderamente resulten bien, desde un punto de vista estético, al lado de los cuadros de Pontormo. La memoria puede estar bien, pero las comparaciones físicas fácilmente resultan banales. Bacon y Velázquez son grandes artistas, pero no me interesa ver los cuadros de los Papas en la misma sala. Cada exposición tiene que ser juzgada en sus propios términos, sin referencias de vagas generalidades".
La Royal Academy tiene una tradición de exposiciones diferentes en temas y a través de la historia, como las dedicadas a Mantegna y Monet, Venecia en el siglo XVI y el Japón en el periodo Edo, los aztecas y los turcos y, en la actualidad, Rodin y la escultura chola de India. "Todas ellas son exposiciones separadas, cada una en sí misma. Una exposición es como un jardín o un patio ideal, posiblemente uno con otros, pero en definitiva separados. Es imposible mezclar el arte de un modo irracional". En cambio, el centro establece otras miradas con el arte contemporáneo, como en las exposiciones A New Spirit in Painting, Sensation, Apocalipse y USA Today. "Cada manifestación, tanto de arte antiguo como moderno, debe ser juzgada por su propio mérito", asegura Rosenthal.
Los rostros de los mendigos fotografiados por el francés Pierre Gonnord se exponen en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, al lado de cuadros de Murillo, Ribera, Zurbarán, Pacheco y Valdés Leal, en un encuentro inédito que arriesga su director, Ignacio Cano. Gonnord fue también a la feria de Basilea en Miami, de la mano de su galerista, Juana de Aizpuru, quien apoya estas relaciones entre los cuadros y la fotografía. "Se demuestra que los personajes son eternos, y que los retratos de Velázquez, Ribera, Zurbarán o El Greco se encuentran hoy también. Los retratos de Gonnord se pueden encontrar en esos cuadros, y se refuerzan en compañía de los clásicos".
El pintor Eduardo Arroyo está de acuerdo con los intercambios de artistas en los museos, como la reciente experiencia de Picasso cerca de las salas de Velázquez y Goya del Prado y en las paredes del Reina Sofía junto a Goya y Manet. "Lo que no soporto es la parafernalia sectaria y excluyente de los museos. Los cuadros llaman a los cuadros y las obras se refieren a otras obras. Hay que ver la génesis del cuadro y estudiar las cosas con gran libertad. Es una tendencia que va a ir a más".
En opinión del director del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, Fernando Francés, la relación del arte contemporáneo con periodos anteriores en las exposiciones permanentes de los museos españoles "se está convirtiendo en acciones demasiado frívolas". "Aun siendo interesante toda reflexión sobre influencias, similitudes o incluso confrontaciones, sin duda se echa en falta más calidad en los proyectos teóricos. Otro problema es que se rompan los límites temporales que históricamente han dirigido ciertos museos como el Prado o el Thyssen".
El Thyssen acaba de dedicar la primera exposición individual a artista vivo, Robert Rauschenberg, al que han dedicado un contexto con la colección permanente a partir de la pieza Express, de 1963. Este museo ha iniciado con Avigdor Arikha una nueva serie de exposiciones en las que un artista actual sitúa obras suyas junta a otras de la colección histórica.
El conservador jefe del Thyssen, Guillermo Solana, distingue en estos diálogos del arte una tendencia intelectual y otra de marketing. "La interpretación de los clásicos cambia constantemente, y colocarlos junto a artistas contemporáneos, con una nueva mirada, los actualiza, con nuevos puntos de vista, en una tendencia noble". La otra tendencia está relacionada con la promoción, la novedad del arte contemporáneo en museos que no son visitados. "Los museos pierden público poco a poco si no se hacen cosas con las colecciones, como la provocación de mezclar el arte antiguo y el actual. El resultado puede variar. Hay casos de éxito, que son inteligentes, y otras exposiciones que no funcionan".
Reportaje de El País (27-XII-2006)
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