26 abr 2007

¡Huyamos por la puerta blanca!

El MACBA se ha convertido en un extraño lugar donde contemplar diez instalaciones sonoras y visuales que juegan a marear al visitante, a confundirlo, a enredarlo entre collages que combinan formas culturales tan diversas como la ópera o el cine, pasando por la literatura, el ensayo, incluso el rock and roll o la emisión radiofónica. Los culpables de este enredo expositivo llamado The Killing Machine y otras historias son Janet Cardiff y George Bures Miller, dos canadienses que realizan obras donde el sonido y la voz ocupan el papel protagonista.

Huyamos del itinerario establecido y comencemos la visita por la obra más alejada de la entrada. Al final del gran pasillo y escondida en una gran sala descubrimos Opera for a Small Room. Esta instalación dura veinte minutos, transcurrido ese intervalo la obra permanecerá por unos momentos apagada e inmóvil, pero cuando se activa nuevamente se convierte en un auténtico cuadro en movimiento. Bajo una cubierta de madera -que metafóricamente actúa de marco-, visualizamos el interior de una habitación de un obseso coleccionista de discos de ópera. De la obsesión a la ficción, y de la ficción a la realidad, no podemos entrar físicamente en la habitación pero quisiéramos. Tras esta desilusión encontramos Imbalance. 6 (Jump), una nueva instalación donde lo único destacable es su estructura: un monitor de televisión colgado de cables y controlado por un sistema de control electrónico. La televisión muestra un primer plano de los pies del artista saltando. Dicho movimiento se acentúa con la inclinación y elevación del monitor. Pero nuestro tiempo es valioso y debemos dedicarlo a obras más contundentes como por ejemplo The Paradise Institute. Su visualización depende de la gente que tengamos delante porque hay que esperar en una cola para entrar físicamente en la obra ya que sólo entran dieciséis personas a la vez. El interior consiste en una sala de cine ficticia con dos filas de asientos. Inmersos en esa especie de maqueta de tamaño real nos sentimos incrédulos no sólo por el propio espacio sino también por los ruidos y extrañas conversaciones que escuchamos y por la película multigénero que vemos. ¿Qué es real, qué es ficción? Todo se mezcla en esta exposición.

Ahora imaginemos por unos momentos que nos vamos de viaje con Road Trip. El título de la obra no anuncia una nueva agencia de viajes sino una proyección de diapositivas sobre un viaje que el abuelo de Bures Miller realizó de Canadá a Nueva York. Las imágenes proyectadas parecen vacías, muestran grandes paisajes sin rastros humanos, espacios románticos al más puro estilo del pintor Friedrich, acompañadas de comentarios de Cardiff y de Miller. Sin duda nos sorprende la técnica, la perfecta sincronización de imágenes, comentarios y acción del propio reproductor. Si los artistas quieren retroceder cuatro diapositivas, el proyector lo hace. Parece como si estuviéramos en el salón de casa de Miller y él mismo hubiera pulsado el botón de retroceso. También de viajes trata la obra Night Canoeing pero en este caso es un vídeo de un viaje en canoa. Un vídeo que nos deja prendados por su imagen y su sonido, que nos adentra en un territorio oscuro, inquietante y lúgubre, en una gélida noche invernal, oímos el agua, los remos y los comentarios de los artistas que nos acompañan en el viaje, todo ello nos causa intriga y miedo, ¿Qué sucederá?

Debemos abandonar ese miedo antes de contemplar la obra más espectacular, The Killing Machine. “Esta máquina es muy compleja, a cada momento se rompe o se descompone alguna cosa; pero uno no debe permitir que estas circunstancias influyan en el juicio de conjunto.” Con estas palabras de Kafka debemos tener presente que su visionado es un auténtico lujo. Y digo lujo porque la mayoría de los días se encuentra “en reparación”, sospechoso teniendo en cuenta que la obra data de 2007, ¿acaso es necesario restaurarla? Por fortuna un técnico de sonido, un “electricista del arte” o a saber quien, consigue arreglarla y poner de nuevo en funcionamiento la máquina de matar. Con ese título da pánico entrar pero ya hemos abandonado antes el miedo y entramos. La primera impresión de la obra se traduce en nuestra mente en forma de preguntas, ¿para qué sirve?, ¿qué es esto? Encontramos las respuestas en el texto En la colonia penitenciaria de Franz Kafka en el cual se basaron los creadores para realizarla. La obra plantea una reflexión sobre la pena capital en vigor en Estados Unidos mediante una silla mecánica tapizada de color rosa rodeada de cables, de sonidos, de músicas, de televisores sin señal reconocida. Todo ello se accionará con una simple pulsación de nuestro dedo en un botón que nos invita a acercarnos a una obra fría y mecánica. La inseguridad nos invade y nos parece que de un momento a otro la máquina saldrá de su espacio cuadrado y se dispersará por la sala. Debemos salir corriendo y buscar ayuda. En la sala contigua tenemos un teléfono, ¡genial! pero…Telephone/Time no deja marcar, solo reproduce una conversación telefónica entre Cardiff y un científico. Eso no nos sirve para pedir auxilio o para refugiarnos, en la obra simplemente somos voyeur. Seguimos buscando y encontramos Playhouse, un teatrillo para sentarnos y recapacitar ¿dónde estamos?, ¿qué hacemos? De momento disfrutemos de la función que se representa en este teatrillo. Sentados en un privilegiado palco divisamos a una diminuta cantante de ópera proyectada por un vídeo. Debimos coger un palco más cerca del escenario. Nos situamos en un espacio extra-museístico, inmersos en una ficción, ¡huyamos por otra puerta! Hallamos una puerta blanca, tras un espacio “en obras”, abrimos y…The Dark Pool. ¿Dónde nos encontramos? Esta instalación es aún más confusa que las anteriores porque su luz no nos deja percibir nada con certeza. Su suelo esta cubierto de cartones y viejas alfombras, oímos voces, estamos en una especie de habitación donde entrevemos un armario y una cama junto a un perchero. En el centro de la sala una gran mesa nos ha dado la bienvenida pero la mesa contiene vestigios de otras épocas junto con cabezas de muñecas, aparatos eléctricos, recipientes con agua y altavoces, libros viejos, restos de comida y suciedad. Al lado de la mesa, unos grandes megáfonos separados por una silla nos invitan a sentarnos. Quizás allí encontremos algo de calma oyendo una conversación de una limpia y extraordinaria sonoridad. Nos quedaríamos horas ahí pero aún nos queda la décima y última instalación: The Forty Part Motet. Y si el sonido anterior nos asombró, éste nos fascina. Rodeados de cuarenta voces no sabemos donde situarnos y podemos jugar poniendo el oído en cada altavoz porque cada uno proyecta un sonido diferente. Son cuarenta altavoces humanizados y es precisamente esa singularidad la que convierte a la obra en un súmmum. El hecho de escuchar una pieza coral del siglo XVI en un lugar del mismo siglo es algo francamente sorprendente, al igual que lo es todo lo vivido en esta exposición, necesitamos recapacitar.

Janet Cardiff & George Bures Miller: The Killing Machine y otras historias.
Comisario: Bartomeu Marí.
Lugar: MACBA. Plaça dels Àngels, 1. Barcelona.
Fechas: Hasta el 1 de mayo. Horario: L-V de 11-19.30 h. S de 10-20 h. D de 10-15 h. Martes no festivos, cerrado.
www.macba.es


1 comentario :

Anónimo dijo...

Estupenda crítica, te felicito.

Abrazos, Marcos.