Los nuevos museos: los bares.
Llevo un par de semanas con un proyecto en la cabeza y ¡zas! hoy lo he visto, con ayuda del ordenador, aquí os pongo ese resultado mental:
A diario se inauguran muchas exposiciones, en galerías, museos, centros culturales, incluso en bares, ¿el arte esta para comercializar? ¿Es necesario para el bar?
Bien, no voy a negar que me fijo mucho en la decoración de los bares, al fin y al cabo son lugares que deben conseguir un ‘ambiente’, por lo tanto creo que la decoración de un bar influye mucho en el cliente y puede llegar a provocar que la comida ‘sepa’ diferente. No es lo mismo un bar de última generación con una cuidada estética que un bar -de los de ‘toda la vida’- con la televisión en lo alto de una esquina frente a la barra.
Ahora bien, vayamos un paso más allá, imaginemos que estamos en un bar donde la decoración cambia. Sí, donde la decoración cambiase cada media hora por ejemplo. Si esto lo lee un restaurador-empresario espero le guste la idea ;)
Por ejemplo, las obras virtuales del artista del mes, Marvilla, decorando un bar o restaurante. No es tan complicado. Simplemente se necesitarían unos proyectores digitales con un dispositivo automático de cambio, situados frente a unas pantallas blancas y ¡alehop! El bar será completamente diferente en cuestión de minutos. El cliente gozara de un estado entre la perplejidad y la alucinación.
Esta idea, me surgió al hablar con Marvilla. Al darme cuenta del error que muchos artistas que producen algunas obras digitalmente, se ven obligados por cuestiones de mercado a llevarlas al soporte impreso. Y no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo con esa ley de mercado, si bien cada artista es libre de decidir imprimir sus obras o no, pero por favor, no lo hagamos por necesidad o por obligación, o para excusarnos de las complicaciones que puede conllevar la visualización de obras digitales. Si bien, estamos en 2008, quizás dentro de unos años esta reflexión no sea necesaria, ojala. Ojala la sociedad abra la mente a la digitalización, a la contemplación de las obras desde el soporte en que se crearon. Mientras tanto, mantengo mi postura de mantener la obra digital como tal. Es más, considero que del modo que anteriormente he explicado se crea un ambiente ‘único’ y el cliente del local apreciará más, tanto la obra como el local, que si las obras estuvieran impresas, puesto que su impresión no le provocaría nada, no le rompería ningún esquema mental en cuanto a decoración.
Apuntar que no entro en valoraciones de si vale más una instalación que un lienzo, puesto que son maneras diferentes de crear, lo que defiendo es saltar la barrera del mercado y de la doble dimensión.
Bien, no voy a negar que me fijo mucho en la decoración de los bares, al fin y al cabo son lugares que deben conseguir un ‘ambiente’, por lo tanto creo que la decoración de un bar influye mucho en el cliente y puede llegar a provocar que la comida ‘sepa’ diferente. No es lo mismo un bar de última generación con una cuidada estética que un bar -de los de ‘toda la vida’- con la televisión en lo alto de una esquina frente a la barra.
Ahora bien, vayamos un paso más allá, imaginemos que estamos en un bar donde la decoración cambia. Sí, donde la decoración cambiase cada media hora por ejemplo. Si esto lo lee un restaurador-empresario espero le guste la idea ;)
Por ejemplo, las obras virtuales del artista del mes, Marvilla, decorando un bar o restaurante. No es tan complicado. Simplemente se necesitarían unos proyectores digitales con un dispositivo automático de cambio, situados frente a unas pantallas blancas y ¡alehop! El bar será completamente diferente en cuestión de minutos. El cliente gozara de un estado entre la perplejidad y la alucinación.
Esta idea, me surgió al hablar con Marvilla. Al darme cuenta del error que muchos artistas que producen algunas obras digitalmente, se ven obligados por cuestiones de mercado a llevarlas al soporte impreso. Y no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo con esa ley de mercado, si bien cada artista es libre de decidir imprimir sus obras o no, pero por favor, no lo hagamos por necesidad o por obligación, o para excusarnos de las complicaciones que puede conllevar la visualización de obras digitales. Si bien, estamos en 2008, quizás dentro de unos años esta reflexión no sea necesaria, ojala. Ojala la sociedad abra la mente a la digitalización, a la contemplación de las obras desde el soporte en que se crearon. Mientras tanto, mantengo mi postura de mantener la obra digital como tal. Es más, considero que del modo que anteriormente he explicado se crea un ambiente ‘único’ y el cliente del local apreciará más, tanto la obra como el local, que si las obras estuvieran impresas, puesto que su impresión no le provocaría nada, no le rompería ningún esquema mental en cuanto a decoración.
Apuntar que no entro en valoraciones de si vale más una instalación que un lienzo, puesto que son maneras diferentes de crear, lo que defiendo es saltar la barrera del mercado y de la doble dimensión.
2 comentarios :
Pues a mi me gusta la idea, lastima que no tenga un bar!
Te doy la razon, una obra digital se concibe como tal y pierde su esencia en un soporte que no sea este, es como si un oleo lo reproduces en papel, nunca sera lo mismo...
¿Sabes quien soy?
Pues...no :( pon aunque sea siglas! jeje, saludos.
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